enero 21, 2010

Buenas noches


Hay un muerto en la zona catorce, afuera del comercial la torre. Hay un puyado en el bulevar que entra a la universidad. Hay un vergueado afuera de un chupadero de la zona doce. Hay una violada sentada en el mcdonald’s de próceres, junto con un café tolerante. Hay un marero que gritó lo suficiente, alguien le partió la tibia con un tubo oxidado. Ahí vamos, con la sirena martillando tímpanos, mi compañero se mete coca para aguantar el olor de la sangre. Yo no. Yo no me meto esas mierdas. No he dormido en tres semanas. No he dormido en tres meses. No he dormido en tres años, algo para pagar la renta, algo para mantenerme vivo, algo para mantenerme despierto. Hay tantas bebidas energéticas en el piso de la ambulancia que no puedo acelerar, no puedo frenar, no puedo cambiar. Vamos a toda velocidad, decía, vamos en el carril del transmetro, vamos a salvar a un ser humano, vamos a salvar vidas, vamos a detener a dios, vamos a gritarle en la cara que nos pasamos su destino por el culo, vamos a precipitar la acción del universo contra nosotros… no he dormido en tres vidas.Armando sigue sobre la coca, con los ojos reflejando la demencia del tránsito de las seis de la tarde, llegamos, cargamos, bombeamos, casi salvamos, casi nos llenamos de sangre, casi somos héroes, casi lo hacemos por vocación… hasta el cheque quincenal que limpia nuestras manos de hemoglobina acumulada, mezclada con mierda y pensamientos sobre la cafetera que queda encendida para siempre, hoy no habrá quien llegue tarde a apagarla.Estoy pálido, la noche me hace despertar, debería mudarme, debería cambiar de trabajo, despidieron a Armando por no compartir su kilo. Estoy solo, a toda prisa, entre la ciudad. Compro una puta que me dice que me miro como mierda, estoy al borde del precipicio. Cobra de más, pago de más.

Hoy llegamos tarde a una casa tranquila, en un barrio tranquilo, que alberga una familia tranquila, cuyo LÍDER imparte tranquilos golpes a la esposa, hasta que ella [porque he llegado tarde] yace tranquilamente muerta flotando en la bañera llena de su sangre. Se resbaló. Se cayó. Estaba jugando al escondite con un martillo en la mano y el piso estaba mojado. Estaba hablando por teléfono. Se lo hizo ella misma. Yo la amaba, yo la adoraba, mañana íbamos a celebrar, ¿no quiere algo?, está algo pálido.

Cargo el cuerpo a la camilla, miro la casa, la casa y las residenciales. Zona viva. Zona muerta. Zona derruida. El radio grita que hay otra alma que arrancar de la mierda. Ahí vamos.

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