Se aferraba constantemente a la naturaleza habitual del sueño. Al despertar, echaba a andar pequeñas criaturas proféticas de vidas pasadas. Fue ave, serpiente, piedra, gusano, libélula, rio, arena, estrella de mar, nube, viento, lluvia, árbol, fruta, hoja…
Se perdía en la metafísica de los sueños única ilusión para cambiar todos los días de piel.
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